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. . . .Madridejos TRADICIONES Abastecimiento de agua potable

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Existían en cada casa del pueblo un pozo con agua, la cual se usaba para hacer la colada, fregar los suelos. regar las macetas con plantas, beber las caballerías, y otros servicios no delicados, pues era y es malísima. No soy entendido ni se exactamente a que es debido, pero al parecer, el agua llovida es buena, se filtra hasta llegar a las corrientes subterráneas, que en su caminar por desniveles más bajos, y por terrenos cuya composición debe ser la causa que la convierte en no potable.
Para hacer la colada, se tenían tinajas grandes llenas de agua, que se les agregaba ceniza de la que sacaban los panaderos del horno, y cuando se pasaban algunos días, se ponía más suave el agua. También le ponían unas bolitas de sosa, para que el lavado resultara mejor. Este lavado de ropa, se hacía restregando también con jabón, en una pila y sobre la losa de madera, que todo era con las manos, que si se ponía demasiado sosa, los dedos se empezaban y dolía mucho. Si era en casas que se juntaba bastante ropa, las mujeres que era las que lo hacían, terminaban la jornada muy cansadas de tanto restregar. Ahora se hace más cómodo y sin realizar trabajos corporales fuertes, pues con eso de haber tantos preparados para la limpieza y echarlos en las lavadoras eléctricas, no hay nada más que dar o apretar el botón para que se ponga en funcionamiento y que lo haga ella sola.
Volvamos a los pozos: Están rebocados con piedras, sujetando la tierra de las paredes de los lados para que no se hundan. Suelen tener unas 15 varas de profundidad, pues antes el metro no se usaba como medida. Para sacar el agua, se usaba un cordel, que se ataba en una de sus puntas un cubo, y a través de una rueda llamada carrillo colgado de un clavo, con una hendidura por donde se deslizaba el mencionado cordel, que dando vueltas bajaba el cubo vacío y subía luego lleno de agua. Los pozos que aún son usados para sacar agua, pocos hay, o quizás ninguno, que la saquen con cubos, pues han instalado motores con bomba.
Hay en muchas casas pozos de medianería, que están hechos debajo de alguna pared que separa las dos viviendas (he llegado a conocer pozos que tenían 7 cubos, es decir, para 7 vecinos). En varios con un tablón puesto en el centro para no ver nada de la otra casa, sacando cada cual el agua por su lado.
En las viviendas que no había pozo, se surtían del que tenía el vecino, y si no se le ponía muy largo, solían ir a los pozos que había y todavía hay en la vía pública, siguen existiendo en la Avenida de la Constitución, calle Real, Plazuela del Santo o Cerro, Plazuela de la Magdalena, calle de Tembleque, existiendo otros ya tapados o lodados.
Todo esto es a lo que se refiere al agua mala, no potable, ahora voy a anotar sobre el agua de consumo, que de todas formas no es mineral de buen manantial.
Existe un pozo conocido como el "Pozo de Aguabuena", distante unos 4 kilómetros del pueblo, lindante a la derecha con el Camino de las Sierras. De este pozo era el agua que se consumía como buena (ignoro si antes hubo otro sitio), que por mediación de unos tubos de fabricación de barro cocido como las tejas y ladrillos, conducía el líquido hasta la fuente del pueblo. Este mencionado pozo, era como los de las huertas para regar, que era sacada el agua por mediación de una noria con engranaje, provista de una maroma, donde iban atados unos cangilones (envases de barro cocido de unos 4 litros de cabida), que al bajar al pozo cargaban y luego arriba al ponerse boca abajo, vertían el agua sobre una torba que luego iba a meterse sobre la tubería para su traslado al pueblo. Esta noria o malacate era movida exactamente como las de las huertas, por una caballería tapado los ojos como los caballos de los picadores de las corridas de toros, que llevaban unos arreos acoplados a un madero grueso para tirar de él, dando vueltas y más vueltas para poner en movimiento la rueda con maroma y cangilones. Posteriormente le hicieron mucho más ancho en redondo, y le acoplaron motor con bomba, aunque ahora no se usa, pues el abastecimiento de agua del pueblo se recibe de otros sitios que más adelante anotaré.
Tengo dicho anteriormente, que el agua por mediación de la tubería llegaba a la fuente del pueblo. Esta fuente estaba al final de la Calle de las Cruces, orilla del Paseo del Cristo pequeño. Era un apartado pequeño sin techumbre, con una puerta de entrada, que estaba provisto de cuatro grifos, y al cargo de ella estaba un empleado del Ayuntamiento, que según fuese su nombre (Antonio, Juan o Pedro), era conocido como Antonio, Juan o Pedro "El Fuenteño". Era para su cuidado y cobrar el importe del agua suministrada. Un tiempo más adelante sacaron a subasta esta recaudación, que había postores y entonces era una persona particular quien lo hacía por su cuenta. era movida exactamente como las de las huertas, por una caballería tapado los ojos como los caballos de los picadores de las corridas de toros, que llevaban unos arreos acoplados a un madero grueso para tirar de él, dando vueltas y más vueltas para poner en movimiento la rueda con maroma y cangilones. Posteriormente le hicieron mucho más ancho en redondo, y le acoplaron motor con bomba, aunque ahora no se usa, pues el abastecimiento de agua del pueblo se recibe de otros sitios que más adelante anotaré.
Tengo dicho anteriormente, que el agua por mediación de la tubería llegaba a la fuente del pueblo. Esta fuente estaba al final de la Calle de las Cruces, orilla del Paseo del Cristo pequeño. Era un apartado pequeño sin techumbre, con una puerta de entrada, que estaba provisto de cuatro grifos, y al cargo de ella estaba un empleado del Ayuntamiento, que según fuese su nombre (Antonio, Juan o Pedro), era conocido como Antonio, Juan o Pedro "El Fuenteño". Era para su cuidado y cobrar el importe del agua suministrada. Un tiempo más adelante sacaron a subasta esta recaudación, que había postores y entonces era una persona particular quien lo hacía por su cuenta.

Para ir a por esta agua, había unos carrillos de mano que eran dos varas en forma de parihuelas, con una rueda de hierro en la parte delantera. En la plataforma de arriba, había unos con dos agujeros y otros con cuatro, a la medida de los cántaros, para con éstos ir a por el agua. Estos cántaros los vendían de otros pueblos pues los alfareros del pueblo no los fabricaban. Eran muy panzudos, siendo lo de abajo (culo) más estrecho, igual a la parte de arriba (boca).
El ir a por el agua, lo hacían generalmente las mujeres, y más bien jóvenes. Con el carrillo y los cántaros, dirección a la fuente. Conozco varios sitios, que la fuente está en el centro del pueblo, yendo las muchachas a por el agua con el cántaro a la cadera, que de esto saldría aquello de para con éstos ir a por el agua. 

Estos cántaros los vendían de otros pueblos pues los alfareros del pueblo no los fabricaban. Eran muy panzudos, siendo lo de abajo (culo) más estrecho, igual a la parte de arriba (boca). El ir a por el agua, lo hacían generalmente las mujeres, y más bien jóvenes. Con el carrillo y los cántaros, dirección a la fuente. Conozco varios sitios, que la fuente está en el centro del pueblo, yendo las muchachas a por el agua con el cántaro a la cadera, que de esto saldría aquello de "con el cántaro a la fuente, van las mozas del lugar", pero esto en poblaciones pequeñas, pues aquí en el nuestro, si las que vivían en la parte norte del pueblo, hubieran bajado aquí al sur con el cántaro a la cadera y luego subirle lleno de agua se habrían templado bien, pues seguramente habrá más de un kilómetro de distancia.
Llegado a la fuente, como generalmente siempre había personal a proveerse de este líquido, entonces era ponerse un cántaro en el suelo en fila a continuación del que había llegado el último, que los ponían tumbados, y de esta forma era tomar la vez, para esperar su turno y entonces llenar los dos o cuatro cántaros que traían en el carrillo. En particular los lunes y los martes, que eran días de hacer la colada, acudía mucho personal y tenían que hacer varias filas. Había algunas que calculaban el tiempo que tenían que esperar, y entonces se iban a sus casas o a hacer algunos recaos, mejor dicho, recados. Cuando regresaban, pensaban (y tal vez a lo mejor con razón), que su cántaro había sido retrasado por una mano siniestra, armando una discusión con las que le tocaba junto a ella, y para que dar más detalles, pues el escándalo era mayúsculo. Por esta causa o por alguna otra cosa de otro estilo, la verdad es que cada día se armaban broncas en varias ocasiones, hasta el punto de que el Ayuntamiento, ponía un sereno o policía para guardar el que para esperar su turno y entonces llenar los dos o cuatro cántaros que traían en el carrillo.

 En particular los lunes y los martes, que eran días de hacer la colada, acudía mucho personal y tenían que hacer varias filas. Había algunas que calculaban el tiempo que tenían que esperar, y entonces se iban a sus casas o a hacer algunos recaos. Cuando regresaban, pensaban (y tal vez a lo mejor con razón), que su cántaro había sido retrasado por una mano siniestra, armando una discusión con las que le tocaba junto a ella, y para que dar más detalles, pues el escándalo era mayúsculo. Por esta causa o por alguna otra cosa de otro estilo, la verdad es que cada día se armaban broncas en varias ocasiones, hasta el punto de que el Ayuntamiento, ponía un sereno o policía para guardar el que no hubiera veces y tuvieran que estar presentes las aguadoras en la cola.
No digo nada si por casualidad al entrar o salir de la fuente se rozaban dos cántaros y se rompía alguno, entonces las voces se oían en el Mingoliva (es costumbre en el pueblo el decir esto cuando se arma la gran bronca, pues es un cerro que está allá a lo lejos en las Sierras).
También venían hombres con carros que traían unos agüerillos y en ellos metidos los cántaros, que muchas veces venían con ocho. Pasados ya los años no llego a recordar lo que tardaba un cántaro en llenarse, -espero que el Morenete se haga con el dato- ,lo cierto es que llegaban a estar horas, al haber mucha gente.

El que no lo quería beber de este agua y tenía medios para ir a otro sitio, lo solían hacer a la Huerta de las Higueras.
Había monedas (creo que de cobre), que era una pequeñísima, del valor un centimillo, otra un poquitín mayor, pero también pequeña, de dos céntimos; luego más grandecita la perrilla chica que valía cinco céntimos, y por último la perragorda, de valor 10 céntimos. Se tenía que pagar un céntimo por cada cántaro de agua comprada. Si el que iba con cuatro cántaros no tenía bastante suelto, daban una perrachica para cambio y que les devolviera el centimillo sobrante.
Había también dos o tres vendedores de agua, aguadoras y posteriormente aguadores. Con carro que era solamente una plataforma, con dos ruedas y dos varas para uncir una caballería, y en ella habían hecho en dos filas agujeros (como en los carrillos de mano), siendo de seis u ocho en cada fila para colocar los cántaros. Se iban a venderla por las calles del pueblo, aunque ya de antemano tenían sus compradoras, pues éstas más cómodas no querían o no podían ir ellas a la fuente, claro pagando por el servicio.
Pasaron algunos años, y entonces hicieron otra fuente en el Arroyuelo Medio, junto a la Plaza del Imperio, que ya se le ponía más cerca a las de los barrios, del Santo, de la Magdalena, etc. Esta fuente la dotaron de 6 u 8 grifos.
Por un hijo del pueblo, Don Manuel Alvarez-Ugena, Ingeniero, allá por 1.933, hicieron unas galerías en las Sierras, en el sitio de "Las Terrás", a la derecha adentro de donde está la Casa de la Pía. Por mediación de tubos, en esta ocasión ya no de barro, si no de chapa cobreada, con remaches, revestida de una capa embreada y recubierta de arena, que por ella se conducía el agua hasta unos depósitos que también habían construido en el Camino de las Sierra, a unos 2 kilómetros del pueblo. Debido a que los referidos nacimientos estaban a más altura que los depósitos, el agua venía por su gravedad, siendo esta agua de muy buena calidad.
Salieron unos vendedores de agua, pero ya más modernos, pues era con un carro tirado por caballería, que llevaban una cuba de mucha cabida, que cargaban con un cubo sobre un embudo grande. Todavía se modernizaron más estos aguadores, para a la vez trabajar menos, pues el asunto era enchufar una goma a uno de los grifos y la otra punta en el agujero de la cuba.

Francisco Guerrero Sánchez "Corrompe" 1963-1972

Siguió transcurriendo el tiempo, y pusieron más fuentes públicas, con solo un grifo, pues es ya el agua era gratis, ofrecida por el Ayuntamiento. Una fue al final de las calle de la Flor con la de Valencia. Otra en calle del General Mola (Monjas) con la de San Isidro, y una tercera arriba en la Avenida del Caudillo (Avenida de la Constitución) junto al Cuartel de la Guardia Civil.
En tiempo de insistencia de sequía por falta de lluvias, no abastecía suficiente agua el nacimiento de Las Terrás, por lo que tuvieron que hacer en varios sitios de las Sierras, pozos para aumentar más cantidad de agua, pues hasta en algunas veces cuando no había bastante, tenían que surtirse del pozo del agua mala.
De la forma anterior se pasaron los años, y entonces vino una empresa que fue encargada de hacen un tendido de tuberías para el desagüe, que a la vez también iban instalando la conducción de agua corriente o potable. Estas tuberías las pusieron por el centro de las calles. Para que decir como estaba el pueblo, todo él levantado, hasta tal punto, que durante bastante tiempo en el que duraron las obras, llovió en varias ocasiones, y entonces era casi imposible el transitar por el enorme barro que había, con algunas caídas de personas con roturas. Esto tuvo una duración de dos años, hasta que llegó el día tan esperado (desde luego, viendo la evolución de los países de nuestro entorno ahora que tenemos información, Dios, llevábamos 15 años de retraso en tener el agua potable en las casas), el 22 de octubre de 1.973, que se podían abrir los grifos de las casas (que ya se habían puesto mientras con anterioridad), para ver salir por ellos el agua tan deseada.
Fue pasando el tiempo, y como era tan fácil y tan cómodo el abrir los grifos, mucho mejor que tener que tirar del cordel para sacar los cubos llenos del pozo, además que se iban usando más las duchas y los baños, empezó a escasear el agua, por lo que tubo que ser aumentada con el Plan del Algodor y recibirla del embalse de Finisterre, enclavado en el término municipal de Turleque. Se ha ganado en la cantidad pero no en la calidad, por cual la mayoría de las casas la compra envasada, o bien se va a la fuente del Umbrión, fuente Blanca, fuente del Almendro, Marjaliza, Villarrubia, hasta de Madrid, en las ligeras garrafas de plástico, y la usa para beber y cocinar, y la de la conducción se usa para el lavado y aseo.
Lo que pueda ocurrir más adelante, queda para escribirlo después, porque en el día de hoy no se sabe.

Diciembre de 1993.-


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