REQUISITOS PREVIOS A LA MEDICIÓN
Para poder realizar las mediciones fueron necesarias una serie de
construcciones y preparativos del terreno. En los puntos donde se tenían que
estacionar con los aparatos necesitaron colocar unas referencias que no
pudieran mover y protegerlas con una caseta. Se prepararon pilotajes
metálicos, sillares de granito se colocaron sobre el terreno y se dejaron
unos alojamientos para contener dos cilindros
sobre los que se hacía puntería, que se colocaron los días previos a
la medición.
En 1857 se trazó sobre el terreno un camino de 8 m de ancho que unía
los dos puntos de la base, igualándolo y apisonándolo, arrancando árboles y
matas para poder ir desplazando sobre él la caseta con la regla.. Así mismo
se prepararon en los vértices auxiliares citados, en total 8, obras de
fábrica para alojar las referencias que sirvieran de puntería o
estacionamiento, así situados en uno de ellos eran capaces de ver los otros
nueve, para que mediante diagonalización se pudieran compensar los errores
angulares de la lectura directa.
Se construyeron tres miras que se situaban entre los vértices de
alineación con los extremos de la base (Lindero,
Huertas, Yesos y Corral) de
modo que facilitara la alineación de la regla en cada sección de la base.
El aparato de medir bases era un banco que se iba desplazando sobre
unos sillares de granito en forma de triángulo que apoyaban sobre el terreno
en semiesferas talladas. Por
delante del aparato se debían ir colocando estos sillares mediante una
plantilla, de modo que quedaran nivelados y alineados en la posición adecuada
para recibir el aparato. Se prepararon unos 60 sillares de este tipo de un
peso aproximadamente de 130 kg cada uno.
Así mismo se distribuyeron a lo largo de la base unos 80 sillares con
sus respectivas placas de latón para recibir las marcas que se fijaban al
final del día, una vez concluidas las mediciones, para poder retomarlas al
día siguiente.
Para resguardar el aparato del sol y el viento, se preparó una
galería de madera compuesta de 9 casetas movibles separadamente. Estas
casetas se podían cerrar por sus cuatro costados mediante bastidores de
tabla; eran sujetadas por viguetas que se aplicaban a unos garfios y que
transportaban doce artilleros. El suelo de las casetas sobre el que andaban
los observadores no tocaba ninguno de los apoyos de las reglas y círculos del
aparato para no perturbar las medidas.
En abril de 1858 se colocaron los cilindros metálicos (construidos en
París por Brunner) fijándolos a los sillares con plomo fundido una vez
centrados y nivelados quedando posteriormente protegidos por una losa de
granito sobre la que descansaba un pilar de piedra caliza taladrado de modo
que situado el teodolito sobre él permitía ver las diagonales del cilindro.
Jesús Rodríguez Zamorano
